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sábado, 28 de noviembre de 2009

Sólo un año

En una ocasión, en una de las Escuelas de Padres a las que asistí, nos propusieron un ejercicio para hacer en casa. El ejercicio consistía en escribir qué harías si te dijeran que solo te queda un año de vida....curioso ¿verdad?


Bien, pues esto fue lo que a mí me salió del alma en ese momento:


La noticia me sobrecoge sola y asustada. Mis labios entreabiertos en mueca de asombro no son capaces de pronunciar ninguna palabra. La rabia, el miedo, la inquietud y el sufrimiento me absorben por entero en unos segundos. Intento respirar profundamente y volver al presente: ¡UN AÑO! Solo un año, no más.


Recapacito en casa y pienso que tengo dos opciones: una, hundirme en un rincón, llorar desesperadamente y dejar que pasen mis días repetidos como cromos hasta que llegue el momento. Y dos, hacerme cargo de la pura y dura realidad y hacer de estos últimos días los mejores de mi vida.


Sin duda, opto por lo segundo. Es necesario.


Quiero despertar cada mañana al lado de mi marido y mis hijos, demostrarles cada día que nuestra casa no es una casa sino un hogar.


Contemplaré a mis niños mientras duermen, no me perderé ni una sonrisa de ellos, ni un solo mérito, no me perderé ni un solo día. Les abrazaré constantemente para llevarme ese calor conmigo.


Intentaré realizar mis tres sueños:


1- Viajar a París con mi marido y mis hijos. Conocer ese país tan romántico y maravilloso. Contemplar en la noche las miles de luces de neón que tanto me apasionan y vivir unos días fantásticos.


2- Conocer a Sabina, mi poeta favorito. Profesarle toda la pasión que siento por sus canciones y pedirle que haga una para mí cuyo título sea: “La madre más orgullosa del mundo”.


3- Y poder ver publicados mis escritos para comprobar que esta vocación que tengo desde la infancia ha sido recompensada.


Y disfrutaré de cada sonrisa de mis hijos.


Escribiré un diario. Un diario donde iré anotando cada día mis sentimientos, mis miedos y mis angustias así como las satisfacciones de cada jornada.


Y disfrutaré de cada palabra de mis hijos.


Pasaré más tiempo con los míos, con la gente que me quiere. Le diré a cada uno de ellos lo que siento por él y cuánto le quiero. Me despediré de ellos sin lágrimas en los ojos.


Y disfrutaré de cada beso de abrazo de mis hijos.


Leeré todos los libros que tengo pendientes aunque eso signifique que no duerma por las noches. Tengo muchas historias que conocer de muchos autores que no conozco.


Y disfrutaré de cada sueño de mis hijos.


Y el último día haré dos cosas muy importantes: una, daré las gracias al médico que me avisó, que me advirtió de que la vida son solo 365 días porque gracias a él habré podido disfrutar de todo y de todos en tan breve tiempo como no lo hubiera hecho de no haberlo sabido.


Y dos, que me den todos los Marlboros y todas las botellas de Jhonny Walker del mundo para irme borracha. Borracha y bailando al son de mi querido Sabina porque sobria no podría irme de este mundo y abandonaros a todos.


Noa, 11 de febrero de 2008

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Rompe tu silencio

Lo conocí cuando iba al instituto. Él era un chico alto, fuerte, atractivo y tuve la suerte de que se fijara en mí. Aún recuerdo aquellos maravillosos días, en los que vivíamos en una nube.


La relación, poco a poco, se fue consolidando. Comenzamos a vernos a diario. No podíamos estar el uno sin el otro.


Me encantaba ver cómo se ponía celoso cuando hablaba con otros chicos o me ponía mi minifalda. De esta manera, yo sentía lo que me quería y lo importante que era para él.


Antes, siempre pensé en estudiar fuera, pero ya era diferente. ¿Adónde iba a ir yo sin él?


Algunas amigas se marcharon, otras empezaron a salir con otros chicos... De esto me iba enterando por otras personas, porque el tiempo que pasaba con mi novio, no me dejaba tiempo para estar con ellas.


No todo fue un camino de rosas. De vez en cuando teníamos alguna que otra discusión. Tengo que reconocer que la mayoría eran por mi culpa. Él era bastante comprensivo y siempre me perdonaba. Las reconciliaciones eran maravillosas.


Con el tiempo, llegamos a casarnos. Yo dejé pronto de trabajar. Él me decía que para qué iba a estar fuera de casa, si con su sueldo teníamos suficiente para los dos. Lo mío era tenerlo todo dispuesto para cuando él regresara del trabajo….Lo único que, a veces, no estaba todo como él quería… Entonces, se enfadaba bastante conmigo, con motivo…


Así pasaban los días. Yo en casa y él fuera, trabajando. El momento más especial del día era su vuelta a casa después del trabajo. Deseaba que volviera y, a la vez, temía haber metido la pata con algo… Mientras él se duchaba y cenaba, yo iba repasando mentalmente todos los detalles, mientras un escalofrío recorría mi espalda. Cuando todo estaba bien, sentía un alivio enorme y me invadía una gran felicidad por estar a la altura de lo que se esperaba de mí.


Sin embargo, cada vez con mayor frecuencia, había algo que fallaba. Soy tan torpe que ni siquiera era capaz de ver dónde está el fallo. Entonces, él estallaba de ira, me insultaba… en fin, esas cosas normales que ocurren en las parejas. El pobre, llegaba tan cansado del trabajo…y encima yo no era capaz de tener la casa lista y me ponía a molestarle con mis historias sin importancia…


Un día descubrí que bebía. No me había dado cuenta antes…Algunos días, debido al alcohol, se ponía más agresivo de la cuenta conmigo. Esto lo explicaba todo, el maldito alcohol…


Mi familia nunca me entendió, y poco a poco nos fuimos distanciando…


Yo vivía sólo para él y mi vida giraba en torno al momento en que regresaba a la casa tras el trabajo, rezando para que todo estuviese perfecto.


Él, cada vez, me ve menos atractiva, y me lo hace saber...Tendría que haberme cuidado más, aunque últimamente no tengo ganas de nada, sólo de llorar y de pasarme todo el día en la cama, sintiéndome protegida e invisible cuando me meto debajo del edredón.


Veo en televisión muchas campañas sobre el maltrato doméstico. A mí él, nunca me ha maltratado, nunca me ha puesto una mano encima.


Sin embargo, me he dado cuenta de que no soy feliz a su lado. A veces, me planteo dejarle, pero, ¿qué voy a hacer sin él? No tengo trabajo, ni dinero, ni amigos… soy torpe, no sé trabajar en nada…


Quizá las cosas cambien algún día, sé que en el fondo me quiere. Entonces, seremos felices.

Esta no es la historia de una mujer, sino la de muchas que, por desgracia, día a día, sufren esta agonía.


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  • Esta violencia se puede dar en todos los grupos sociales y en todos los niveles socioeconómicos y culturales.
  • El agresor ejerce la violencia para someter a la mujer y perpetuar así la relación de dominio y control.
  • Los actos violentos se repiten y aumentan mientras continúe la relación.
  • Esto es lo que se denomina EL CICLO DE LA VIOLENCIA, que consta de tres fases y que una vez instalado en una relación de pareja es muy difícil frenarlo, tendiendo a repetirse con más frecuencia:
    • Acumulación de Tensión: Es el resultado de la acumulación de conflictos en la pareja. Se detecta al observar cambios imprevistos y repentinos en el estado de ánimo del agresor. Reacciones agresivas a sus frustraciones ante cualquier señal de independencia que manifieste la mujer.
    • Explosión de la violencia: Es el resultado de la tensión acumulada. Descarga de la tensión acumulada en la fase anterior. Esta descarga puede adoptar distintas formas y grados de intensidad.
    • “Luna de Miel”: Es la fase de la manipulación afectiva. Disminuye la tensión. El agresor puede pedir perdón y prometer no volver a llevar a cabo acciones violentas. Reconoce su culpa y resurge la relación. Sin embargo, esta etapa dará paso a una nueva fase de tensión.
  • A medida que pasa el tiempo, aparecen nuevas formas de violencia que consolidan el sistema de dominio impuesto por el agresor.
  • En los malos tratos no existe amor, sino posesión, control y dominio. El agresor alterna conductas abusivas y violentas con manifestaciones de arrepentimiento y aparente amor.
  • La mujer víctima de la violencia de género siente miedo, vergüenza y experimenta un sentimiento de culpa por creer que ha sido ella la causante de la acción violenta del agresor, de haber sido incapaz de detenerla, o de ser incapaz de salir de la misma.
  • La violencia se manifiesta de diversas maneras, la física es la más visible y evidente, pero también existen: el abuso verbal, emocional, económico, psicológico, ambiental y la violencia sexual

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* Guía Violencia de Género del Instituto Andaluz de la Mujer

Si te sientes identificada, tienes que saber que no eres culpable (el agresor es el único culpable) y que no estás sola. Como dijo Haze, Rompe tu silencio.


domingo, 22 de noviembre de 2009

De ruta por España II: El camino de regreso.

Voy a seguir dando un poco el "coñazo" con mi viaje...

El primero de los días de regreso al sur nos acompañó la lluvia, que tan desaparecida está últimamente. Debido a esto, tuvimos que suspender el itinerario previsto por la Sierra de Francia. Una pena, pero gracias a esto, pudimos conocer otros pueblos que no tuvimos tiempo de visitar en la ida.

Estas imágenes corresponden a Béjar, un pueblo de Salamanca, situado junto a la provincia de Cáceres. El pueblo estaba bastante tranquilo (era un domingo por la mañana), por no decir prácticamente desierto.

La siguiente parada la realizamos en Hervás, muy cerca de Béjar, pero ya en la provincia de Cáceres.

El pueblo, en el valle del río Ambroz, está rodeado de montañas y bosques. Hay numerosos campings y casas rurales. Sin duda, merece la pena pasar por allí. A mí no me importaría repetir.

Como media España por esas fechas, Hervás estaba en fiestas.

Este pueblo está integrado en la Red de Juderías de España, "Caminos de Sefarad", siendo su judería, llena de callejuelas estrechas y casas irregulares, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1969.










Aún me acuerdo del jamoncito y del "montado" que comimos por allí y de la amabilidad de la gente.

Al final, la lluvia nos permitió disfrutar de este pueblo lleno de encanto.

Esta foto no es que venga mucho a cuento, pero nos resultó bastante llamativo el tamaño de las calabazas...


Y ya puestas en carretera, acabamos en Mérida, el único sitio en el que nos hemos perdido, tanto para entrar como para salir... La señalización deja mucho que desear.

Si bien la localización de nuestro hotel era inmejorable, tuvimos algunos "problemas" que el encantador personal del hotel nos ayudó a solucionar (Si Grissom, el de CSI, hubiese entrado en nuestra habitación, hubiese flipado de la cantidad de muestras orgánicas en las colchas). Con esas cosas, la verdad es que no puedo...

martes, 17 de noviembre de 2009

Me gustas tú...



Ésta es una de las canciones favoritas de mis sobrinos y mía, siempre que voy con ellos en el coche me la piden, y por supuesto improvisamos nuestra particular letra:

Tita Irene (33)

Me gustan mis sobrinos, me gustas tú...
Me gusta leer, me gustas tú...
Me gusta viajar, me gustas tú...

Oscar (9)

Me gustan las motos, me gustas tú...
No me gusta la escuela (el dando la nota, como siempre), me gustas tú...
Me gusta Porky(su perro), me gustas tú...

Bea (6)

Me gusta Porky, me gustas tú...
Me gusta la escuela, me gustas tú...
Me gusta jugar, me gustas tú...

Alejandro (5)

Me gustan las pelotas, me gustas tú...
Me gustan las motos, me gustas tú...
Me gustan los garbanzos(ja,ja), me gustas tú...

miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿TE APUNTAS?

Hoy quiero rendir un homenaje a las “Escuelas de Padres”.


Sí, habéis leído bien, quiero romper una lanza a favor de estos programas porque me consta que hay mucha gente que no ve bien que existan siquiera. Piensan que cada uno educa a sus hijos como quiere o como puede y no debe seguir las recomendaciones de nadie.


Yo no estoy de acuerdo pues, como dice mi amiga Ana, “los niños no traen un manual de instrucciones” y sí que nos viene muy bien algún consejo de profesionales.


He de decir que soy casi una adicta a ellas -¡he estado en tres escuelas de padres diferentes a la vez!- y todo lo que me enseñaban me parecía poco. Siempre digo que como madre seré un desastre, pero como abuela...como abuela llegaré a ser perfecta de tanto como voy aprendiendo.


Hace unos meses asistí a una que se impartía a través del ayuntamiento y a la cual le pusieron un nombre un tanto difícil de recordar: “Programa de Formación en Habilidades Parentales y de Convivencia” ¡Dios! ¡Qué pedazo de nombre! Imagino que si yo hubiese sido capaz de recordarlo (que nunca fui capaz, hoy lo he copiado), al decirle a alguien que asistía a esas clases podría haberme sentido muy importante porque con ese nombre....


En fin, que se trataba de eso, de una Escuela de Padres y la verdad es que al igual que en todas las que ya había estado aprendí muchísimo.


Hubo una que la impartía una chica encantadora llamada Rosario, - también a través del Ayto.- ella es psicóloga y en sus clases me sentía tan a gusto que no dejaba pasar ni un miércoles sin asistir (y eso que me pillaba bastante lejos). No solo recibí muy buenos consejos para aplicar en casa con mis hijos, sino que además salí de allí con la seguridad y satisfacción de que había encontrado una amiga muy especial.


Quiero recomendarle a todo el mundo que asistan a las “Escuelas de Padres” aunque no tengan hijos porque es muy positivo estar formado previamente. Ya sabes, como el teórico del carné de conducir....ya luego vendrá la práctica.


Ser padres no es nada fácil pero es tan cierto lo que dice mi amigo Juan: “hoy somos más padres que nunca”. No enseñamos a nuestros hijos a decir “buenos días” pero sí nos peleamos y denunciamos a su profesor porque le ha subido la voz y el niño viene traumatizado a casa. ¿O no es así?


Educarlos no es fácil. Enseñarles valores no es fácil. Tener paciencia para con ellos no es fácil. Soportar su rebeldía en la adolescencia no es fácil. Aceptar que se van del hogar no es fácil. Conciliar el sueño después de haber discutido con ellos no es fácil.


Nada es fácil, pero... ¿quién dijo que lo fuera?

NOA