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lunes, 22 de noviembre de 2010

CARTA DE UN NIÑO A SU PADRE

Anoche lo oí todo.

Sí, papá, escuché los golpes a pesar del esfuerzo que mamá hacía para sofocar sus lamentos.

Oí cómo la insultabas tú y cómo callaba ella. Tuve que taparme los oídos pues ya no podía más.

¡Y deseé con todas mis fuerzas ser mayor! ¡Mayor para haber entrado en vuestro dormitorio, haber cogido a mamá en brazos y haber salido corriendo con ella!

¡Apartarla de tu lado para siempre!

Pero solo tengo ocho años, ¿qué puedo hacer? ¡Dios!

Esta mañana, mientras ella me preparaba el desayuno sin siquiera mirarme, he visto que tiene un ojo morado y que anda con dificultad. Le he preguntado qué le ha pasado y, dándome un beso en la frente, me ha contestado que me quiere mucho.

Luego me has sacado de clase, me has subido en el coche y me has explicado “a tu manera” que mamá está en el hospital, que debemos ir para estar con ella.

Nos sentamos en la sala de espera mientras sale algún médico a decirnos cómo está mamá después de caerse por las escaleras por trigésima vez.

¿Qué le has hecho? ¿No fue suficiente lo de anoche? ¡¿Nunca es suficiente?!

¡Te odio! ¡Te odio con toda mi alma!

No puedo ni mirarte a la cara. Solo tengo ganas de llorar. Muchas ganas de llorar, pero no puedo hacerlo porque tú dices que los hombres no lloran. Te enfadarías conmigo también.

El lunes, en el cole, mi amigo Roberto le pegó fuerte a Rafa y lo llevaron al despacho del director. Allí le pusieron su castigo. Se lo merecía. Mamá siempre dice que no debo pegarle a nadie y menos a mis amigos.

¿Dónde está el despacho del director de los papás? ¿Cómo puedo saberlo? Te voy a llevar allí en cuanto lo sepa para que te den tu castigo también. Eso lo prometo.

El médico se acerca, niega con la cabeza y nos dice que mamá no va a despertar… ¡¿Qué quiere decir eso?! ¡Dime! ¡Dime qué quiere decir que mamá no va a despertar!

Ahora sí lloro. ¡Y me da igual lo que me digas o lo que me hagas!

Sumido en mi pena, aún recuerdo el día en que la Señorita Clara nos preguntó qué queríamos ser de mayor.

Es curioso, ¡todos los niños querían ser como sus padres! ¡Hasta algunas niñas!

Pero cuando llegó a mí, solo pude decirle que yo no quería por nada del mundo parecerme a ti.

Que yo no quería ser como tú.

QUE YO NO QUIERO SER LO QUE TÚ ERES.

TU HIJO


Noa


lunes, 8 de noviembre de 2010

Una de aventuras

Aquel día llegó mi madre del videoclub con una película.Yo tenía 9-10 años.

A medida que íbamos viendo la película, me iba enganchando. Aquel chico gordito, tan gracioso(y tan cobarde, como yo), el otro tan caradura (vaya traducciones del italiano que hacía...), el protagonista (el asma nos unió..), el hermano mayor...ummm...qué guapo...(aunque me parecía demasiado mayor), el inventor y como no, Sloth (aunque al principio daba bastante miedo).
Y esa historia llena de intriga, aventura y sobresaltos.... sencillamente ¡genial!

De esto hace ya casi 25 años. ¡Cómo pasa el tiempo!

Hace unas semanas, sentí la necesidad de volver a verla. En ocasiones, volver a ver películas de tu infancia, después de tantos años, te puede llevar a una decepción, pero era un riesgo que quería asumir.

Y después de la experiencia, esta película me sigue haciendo disfrutar, como si tuviera 9 años, aunque tengo que reconocer que el hermano mayor se me ha quedado bastante pequeño...