Pronto va a hacer trece años que te fuiste. Trece años que no te veo. Trece años que llevo echándote de menos.
Pero ¿sabes? Esta noche he soñado contigo; no recuerdo exactamente qué pero sé que te he visto con tanta claridad que no puede ser que lleve tanto tiempo sin verte y me he levantado con tu imagen fresca y nítida en mis ojos.
Yo creo que no hubo persona más buena, al menos yo no conocía a nadie más bueno que tú. Eras una persona muy querida por todos, y fueron muchos los que se quedaron tristes cuando te fuiste.
¡Qué mala suerte, Dios! No te lo merecías, tu gran ilusión era ver crecer a tus nietos y el destino maldito no te lo concedió. ¡Qué injusto!
Tu gran pasión era el campo, donde pasabas los ratos buscando espárragos. Y el monte, donde te encantaba salir a coger chantarellas. Allí te sentías feliz.
Y tu gran ilusión cultivar tu propio huerto. Eso lo conseguiste, recuerdo tu cara de satisfacción cuando repartías las cebollas o los tomates que tú habías hecho crecer con tanto esmero entre nosotros cinco.
Trabajador como nadie, ni una fiebre te hacía quedarte en casa, no faltabas ni un solo día a tu trabajo.
Y esa casa que por fin pudiste hacerte con tanto esfuerzo. Yo siempre digo que esa casa no estaba hecha de ladrillos sino de ilusión y sacrificio.
Recuerdo lo orgulloso que te hacía sentir el vernos a todos juntos en ella. En alguna ocasión incluso te vi emocionado, con lágrimas en los ojos satisfecho de poder reunir a los tuyos a tu alrededor.
El otro día fui yo quien me emocioné porque era el día de tu cumpleaños y yo no dije nada, pero mi hija sí que se acordó y eso me alegró mucho. Ya sabes cómo estaba ella contigo, con vosotros, a veces me hacía pensar que os quería más que a mí, pero nunca se lo hubiera reprochado.
¡Cuánto daría por que estuvieras aquí y pudieras ver a tus nietos cómo están ahora!
Y es que esta vida es tan cruel a veces.
Tengo una amiga que dice que las personas no mueren mientras perduren en nuestros recuerdos. Y eso es lo que me consuela.
Porque si es así, tengo muy claro que tú aún estás con nosotros; con tus hijos y con tus nietos que tanto te queremos.
NOA
4 de febrero de 2010