Una historia de amor....y desamor

Cuando le encontré ya estaba un poco desesperada. Empecé a buscar un poco tarde, por varias razones: cuando era más joven no tenía mucho tiempo para dedicarle, no lo necesitaba y mi madre me decía que esperara a encontrar uno ideal, que no necesitaba complicarme la vida, que me centrara en “los estudios”.

Tras volver a mi pueblo, comencé a buscar uno. Tuve varios intentos, pero ninguno me llenó, ni duró lo suficiente como para llegar a ser algo importante. Esto comenzó a agobiarme. Me sentía bastante mayor como para no tener uno, casi todas mis amigas ya lo tenían.

Lo pasé bastante mal, la verdad. Cuando ya casi me había rendido, encontré uno. No era gran cosa, pero me ayudó bastante a superar el bajón. Lo dejé dos años después porque había encontrado otro que me llenaba completamente. Tengo que reconocer que estuve casi un año con los dos a la vez y con un tercero que aparecía ocasionalmente.

Tanto tiempo sin ninguno, y de repente me veo con tres a la vez…Era agotador… Así que me quedé con dos: el más importante que he tenido hasta ahora y el otro ocasional que comenzó a ser estable.

En ese momento, me sentía la mujer más feliz del mundo. Me hacía sentirme apreciada, interesante, inteligente, emprendedora,…es decir, una parte muy importante de él. No me importaba dedicarle todo el tiempo que necesitara, que económicamente no estuviera muy bien, … Tenía sus defectos, lo sabía, pero para mí estos no significaban nada.

Dicen que el enamoramiento dura dos años. Puede que tengan razón. A partir de este tiempo, dejó de hacer que me sintiera querida, interesante, inteligente….Ahora, tres años después, estoy en un punto en el que tengo momentos en que no le aguanto. Me exige mucho y me ofrece poco. Creo que me merezco uno mejor, uno que me haga feliz, que me haga recuperar la ilusión. Y, esto sería impensable para mí hace tres años, estoy pensando en dejarle. Lo que pasa es que me ha pillado en una mala etapa y, sinceramente, no me atrevo a quedarme sin él hasta que no encuentre otro. Sé que no es muy ético, pero corren malos tiempos.

No sé que ocurrirá, pero, quizás, cuando acabe la crisis, encuentre otro trabajo que me haga más feliz y en el que me permitan tener iniciativa. ¡Ojalá!