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miércoles, 26 de noviembre de 2008

Lo más importante de mi vida (4ª Parte)

Ya con 26 años y, casi, terminando la temporada, en un partido, entre Real Madrid-Barcelona, yo estaba jugando y nos jugábamos la liga. Tuve la mala suerte de que un jugador del otro equipo, para evitar una entrada mía por la banda derecha, se olvidó del balón y se fue directamente para mi rodilla. Nada más darme la patada, sentí que me la había roto y un dolor increíble.
Me quedó la rodilla hecha polvo y una lesión de mínimo un año de recuperación. Se me vino el mundo abajo, incluso, en los periódicos, decían que probablemente no volvería a jugar más al fútbol. Me tuvieron que hacer varias operaciones en la rodilla y, ese verano, no pude ir para Sabinillas, porque me tenía que quedar en Madrid para mi recuperación.
Ese cumpleaños, todavía, fue peor que ninguno de los anteriores que había pasado en Madrid, puesto que estaba solo en Madrid, con 40 grados de calor y en un hospital.
Cuando empecé la recuperación, en octubre, conocí a una chica. Era una de las enfermeras que había en el centro de recuperación. Hicimos pronto amistad. Esta chica era de un pueblo de Cádiz (Sanlúcar). Creo que, el que fuera andaluza, facilitó que nos hiciéramos amigos. Me encantaba escucharla hablar, ya que tenía un acento andaluz muy marcado y bonito, además, como buena gaditana, era muy simpática y guapa. También, siempre andaba canturreando por los pasillos, era una chica muy alegre. Llego el día que me dieron el alta de la recuperación y ya tenía que irme para prepararme y entrenar con mis compañeros de equipo. Antes de irme, tuve el atrevimiento de llamar a la enfermera:

- ¿Marina puedes venir? Mira, mañana, me voy de aquí y, pensarás que es un atrevimiento, pero me caes muy bien y me gustaría tener tu número de teléfono, para, así, poderte llamar y verte de vez en cuando. Me siento muy bien hablando contigo.

Ella sonrió y me dio su número. Empezamos a vernos con frecuencia y pasamos a ser algo más que amigos, hasta que llegamos a salir juntos y nos fuimos a vivir a una casa que tenía yo a las afueras de Madrid. Todo empezó a ir bien, lo único que no mejoraba era mi pierna, así que decidí dejar el fútbol. Ya tenía 28 años y llevaba casi 2 años con Marina.

Mi vida empezaba a ser muy aburrida y falta de ilusiones. Después de hablarlo con Marina, llegamos a la conclusión de buscar un hijo. Eso me hizo muy feliz y volvió a llenar mi vida de ilusión.
El problema era que pasaban los meses y los meses y ella no se quedaba en estado. Fuimos a varios médicos y, los médicos decían que no había explicación, que tanto ella como yo éramos fértiles y podíamos tener niños. Así que sería el extre (stress) o algo parecido, que si cambiábamos de aires, lo mismo, teníamos más suerte, así que ella dejó su trabajo, nos compramos una casa en Sanlúcar y nos fuimos allí a vivir. A mí, me venía muy bien, puesto que tenía también una casa en Sabinillas y quedaba cerca, a menos de dos horas en coche, así que estábamos entre Sabinillas y Sanlúcar. Así estuvimos dos años y ella no se quedaba embarazada.
La relación iba peor, quizás sería porque no se quedaba embarazada, pero nos queríamos y seguíamos juntos. Después de hablarlo mucho, decidimos adoptar un/a niño/a y, si venía uno/a nuestro/a, pues mejor.
Nos informamos y nos fuimos a un centro de acogida que hay en Sevilla. Pedimos allí información y nos atendió la directora del centro, una mujer de unos treinta años y que, también, había sido una niña abandonada, y antigua integrante del centro. Nos atendió y nos dijo que adoptar un niño era una cosa muy seria, que no era como ir a la tienda de animales y comprar un animalito, fue muy directa con nosotros. Yo le dije que era algo que habíamos pensado y que teníamos muy claro. Nos dijo que si queríamos un niño recién nacido teníamos que esperar de 3 a 5 años; ahora, si acogíamos a un niño/a entre 3 y 7 años podía ser cuestión de meses. Así que, después de pensarlo, decidimos que no podíamos esperar y que nos daba igual que fuera un niño entre 3 y 7. Nos dijo que miraría nuestra solicitud y que, en unas semanas, nos contestarían si nos concedían en niño.
Tardaron poco, y a la semana, nos dijeron que nos concedían el niño, que ya se pondrían en contacto con nosotros para darnos las pautas que había que seguir para adoptar al niño, y que le lleváramos un papel del juzgado donde demostrara que estábamos casados.
Le dijimos que no, que nosotros no lo estábamos, y nos dijo que eso llevaría más tiempo y tardarían más en entregarnos el niño. Así que decidimos casarnos. Fue muy rápido, así que fue en el juzgado y casi sin nadie, fue una boda familiar. Ya estaba todo, sólo quedaba esperar al tan deseado niño.
Esteban

6 comentarios:

Astarté dijo...

Hay una cosa en tu texto, Esteban, con la que no me siento identificada, y mira que soy gaditana gaditana...

"como buena gaditana, era muy simpática y guapa"

¿Esto quiere decir que yo no soy buena gaditana?

¡Ja, ja!

Anónimo dijo...

Claro tú eres buena gaditana. Pero no lo digo yo lo dice jesus, yo no soy el que hablo ni la historia es de mi vida es le vida de Jesus. jiji.

Astarté dijo...

Ah, disculpa, no sé por qué me habré confundido...

Anónimo dijo...

La historia parece interesante, yo soy del puerto y voy mucho por Sanlúcar, lo mismo conozco a Marina!!!!

Teletusa dijo...

La verdad es que es una pena la lesión de Jesús, interrumpir así su carrera... pero bueno, si no hubiera sido por eso, no hubiera encontado a su Marina, ya se sabe que no hay mal que por bien no venga.

Anónimo dijo...

Muy buen análisis de la situación Teletusa!!!! Además es una buena gaditana como tú, pero creo que cantaba algo mejor que tú, pero no mucho mejor ya que tu tienes muy buena voz.